miércoles, 28 de mayo de 2014

Españoles en los países beligerantes: su penosa vuelta a casa

ALSE - España y la Guerra

Durante los primeros días del mes de agosto de 1914, poco después de que comenzaran los primeros movimientos de tropas y las primeras batallas, los ciudadanos de los países que no participaban en la guerra, y que se encontraban viviendo y trabajando en los países beligerantes, se encontraron ante gravísimas dificultades: algunos fueron desplazados de los lugares cercanos a los escenarios de lucha, otros perdieron sus empleos a consecuencia del terremoto que desencadenó la guerra en los sectores productivos –mayoritariamente en la agricultura y en la industria–, o sencillamente, sintieron miedo por permanecer en un lugar donde la guerra podía llegar fácilmente.

Un número muy elevado de ciudadanos españoles se encontraba viviendo y trabajando en Francia, Bélgica o Alemania cuando la guerra estalló. La mayor parte eran familias de obreros o campesinos, cuyas cabezas de familia trabajaban en el campo o en la industria minera, u hombres jóvenes que habían salido de España para evitar el servicio militar en Marruecos1. En pocos días, casi todos ellos perdieron su sustento. En Francia, lugar que acogía a la mayor parte de los emigrantes, la situación se tornó en crítica para ellos. Coincidiendo además con el asedio alemán a la ciudad belga de Lieja, con la consiguiente incertidumbre de si la guerra avanzaría hasta las ciudades donde ellos se encontraban, decidieron, de forma masiva, regresar a España.

A España llegó muy pronto la onda expansiva que generó el comienzo de los combates en Europa. Las exportaciones cesaron repentinamente, y muchos sectores, dependientes plenamente de éstas, sufrieron un golpe irreparable. La crisis se agudizó, repentinamente, cuando los miles de españoles que huían de la guerra comenzaron a alcanzar las fronteras2. Muchos de ellos ya habían gastado todos sus recursos económicos. El día 6 de agosto de 1914, el gobierno y la prensa española se dieron cuenta de la magnitud del problema:
BARCELONA. Sigue preocupando hondamente á las autoridades lo de las caravanas de obreros españoles que regresan de Francia. Los alrededores de las estaciones parecen aduares. Los pobres jornaleros duermen sobre sus modestísimos equipajes o forman grandes grupos, que se estacionan dificultando el tránsito. El problema de momento es ver el modo de poder marchar á sus casas. De los que llegaron en el día de ayer, que fueron 5.000, como ya dije, hoy quedan aquí cerca de 2.000, que no pueden marcharse por la absoluta falta de recursos. A las once y media ha salido de Port-Bou un tren con 46 vagones de viajeros. Llegará al anochecer. Todos los hoteles están atestados3.

Muchos de aquellos españoles quedaron atrapados en la ciudad condal. El Gobierno Civil, según relatan las crónicas del momento, se vio desbordado ante aquella situación. Incluso tuvo que ordenar la puesta en libertad de todos aquellos que, víctimas de la falta de dinero, intentaron entrar irregularmente en los trenes que salían de Barcelona y fueron detenidos en su intento4.


Españoles regresados de Francia acampados en las calles de Barcelona. Año 1914 5

La prensa también se hizo eco de otra preocupación: se había empezado a detectar que, a causa de la gran afluencia de personas, muchos productos de primera necesidad habían subido su precio. Al parecer, ya habían comenzado a actuar los «acaparadores», y el gremio de comerciantes solicitó al Gobierno Civil que se comprometían a mantener los precios si las autoridades luchaban contra aquellos especuladores6.

El Imparcial se desmarcó de la línea que seguían todos los periódicos: mientras la mayoría de los diarios se referían a los retornados de forma genérica como «obreros españoles», el autodenominado diario liberal apuntó cuál era su composición mayoritaria:
Con motivo de la guerra son muchos los obreros españoles que, no encontrando trabajo en los países en que se habían establecido, se presentan á nuestros cónsules, pidiendo que se los consienta regresar á España. La mayoría de ellos son prófugos que no quisieron cumplir en su día los deberes militares […]. El Gobierno habrá de ocuparse en uno de sus Consejos de este asunto. Uno de los puntos que habrá de examinarse es el de admitir á los prófugos, estudiando la conveniencia de que sirvan en el ejército de África7.

La situación en las fronteras terrestres de Irún y Portbou era crítica. Tras las pertinentes comprobaciones –no sólo alcanzaban los puestos fronterizos ciudadanos españoles– se enviaban sin descanso trenes a San Sebastián y Barcelona, respectivamente, atestados de personas. La frontera catalana, probablemente, fue la que más tránsito registró. El día 7 de agosto, La Correspondencia de España publicaba datos:
En las últimas veinticuatro horas han llegado de la frontera los siguientes trenes: Uno, con 300 pasajeros; otro, con 900; otro, con 1.600; otro, con 1.000, y otro, con 1.200. A última hora de la noche llegó otro con 1.800. Hoy se esperan, además de los dos trenes que llegaron esta mañana con 600 y 700 individuos, respectivamente, uno con 45 vagones, y otro con 30, que han sido formados en Port-Bou. Los recién llegados están faltos de recursos y albergue y, en su mayoría, han pasado la noche acampados en el paseo de la Aduana, plaza de Palacio y junto á las verjas de los jardines del Parque8.

Familias españolas acampadas en las calles de Barcelona. Año 1914 9

El Gobierno Civil trató de contener la situación y contrató varios vapores para que, desde el puerto de Barcelona, se pudiera trasladar a aquellos españoles cuya «naturaleza» se encontraba en las provincias de Valencia y Alicante10.

En Palma de Mallorca ocurrió lo mismo: allí llegaron de Marsella seiscientos cincuenta obreros de distintas provincias de España, especialmente de Alicante y Almería. El Imparcial señaló que trabajaban en la descarga de carbón y en los viñedos, y destacaba mala situación en que casi todos llegaron11.

Trasladar de Barcelona a otros puntos de España a los retornados no solucionó la crisis. La prensa denunció que en Castellón también hubo graves problemas, debido a que cuarenta familias no pudieron continuar su viaje por falta de dinero, y tuvieron que ser atendidos en los «comedores de caridad»12.


Españoles retornados desembarcando en Valencia. Agosto de 1914 13

La situación era realmente penosa. Algunas personas que llegaban a San Sebastián contaron a la prensa lo que vieron durante su camino de vuelta:
Una señora, llegada de París en automóvil, asegura que en el trayecto no encontró alimentos. El pan, sobretodo, escasea y ha encarecido. En varias poblaciones vio dicha señora centenares de españoles que desean volver á España y no pueden lograrlo; unos, por absoluta falta de recursos, y otros, por tener su dinero en billetes franceses, que es hoy por hoy, como si nada poseyeran. Nuestros compatriotas forman largas filas á las puertas de los Consulados españoles y de las oficinas de las Prefecturas solicitando autorizaciones para regresar á España. Tan grande es la aglomeración de gente que acude á estos lugares con ese propósito, que no se la puede despachar14.

Otro testigo contó lo que vio en París justo cuando él abandonó la ciudad:
Ha llegado á la frontera en un tren militar, procedente de París, el doctor Cobos, quien cuenta que la situación en la capital de Francia, cuando él la abandonó, era gravísima. El Gobierno publicó un bando avisando que los extranjeros que quisiesen abandonar París podían hacerlo en dos trenes que se ponían á su disposición. El doctor Cobos asegura que, sin exagerar, pueden calcularse 20.000 personas las que acudieron á la estación de Quai d'Orsay. Muchas de ellas eran españoles que, para conseguir ponerse en camino, tuvieron que asaltar los trenes á puñadas y empellones. No poca gente resultó contusa. El desorden era espantoso. Rodaban por el suelo personas y equipajes, y al partir cada tren quedaron los andenes sembrados de ropas y objetos diversos15. 

La solución para todos los españoles que trataban de regresar y no podían hacerlo era complicada. El País contó que el gobierno decidió enviar hasta París varios convoyes militares con vagones para pasajeros enganchados, aunque el viaje sería muy lento: el ritmo no excedería de 20 kilómetros por hora, y tendrían que hacer paradas de cuatro o cinco horas en cada estación16.


Policía de Irún filiando a las familias españolas que regresaban de Francia. Agosto de 1914 17

La situación inspiró líneas tristes y melancólicas. Las condiciones que se describían en la prensa, y algunas fotografías que llegaban a los medios gráficos, convertían la abstracción del redactor en tarea imposible:
Entre las muchas tristezas que la guerra europea ha empezado á engendrar, este triste éxodo de los trabajadores españoles que en tierra extranjera, en los campos, en las fábricas, en los talleres y en las minas ganaban el sustento, es una de las desventuras más lamentables. Paralizado el esfuerzo humano en las artes de la paz, para dirigirse esas energías, que podían ser fecundas en bienes, hacia la destrucción y la muerte, miles y miles de compatriotas nuestros vieron surgir ante ellos el espectro de la miseria y tornáronse hacia la madre patria. Esta, como no podía ser menos, aunque pobre, los ha acogido amorosamente, atendiendo, caritativa, á sus necesidad y proporcionándoles la reintegración á sus hogares, abandonados un día para buscar en tierras lejanas un porvenir seguro. La guerra ha destrozado todas esas perspectivas y agostado cruelmente todas esas ilusiones, como destrozará y agostará millones de vidas que podían ser útiles. Una nota muy bella de la repatriación diéronla los exploradores de Irún, apresurándose a ofrecer alimentos á los emigrantes de Francia18.

Los exploradores de Irún dan comida a los españoles que volvieron de Francia. Agosto de 1914 19

Durante los siguientes días la prensa se centró en noticias que describían cómo iban llegando a los distintos puntos de España muchas de las personas que habían regresado, y señalaban que no tenían opciones de trabajo ni de subsistencia: muchas fábricas habían cerrado debido al bloqueo de las exportaciones.

Para la segunda semana de agosto la situación se había atenuado, aunque aún seguían llegando muchas personas. La prensa aportaba algunos datos: por Barcelona pasaron, en una semana, 15.000 españoles, «todos ellos socorridos y enviados á sus pueblos por cuenta del Estado». En San Sebastián, además de todos los que habían llegado, llegaron 4.000 mineros que volvían de Alemania20Cuando la situación se normalizó, la prensa desvió sus focos hacia otras cuestiones de mayor interés, sin que sea posible, a través de este medio, rastrear el porvenir general de los regresados.



Sirva esta pequeña anotación para recuperar la memoria de todos aquellos españoles que, a causa de la Primera Guerra Mundial, tuvieron que huir de los países en los que habían depositado sus esperanzas vitales. No dude el lector en dejar sus comentarios.



Referencias:

    1. En El Imparcial, 6-VIII-1914, «El día en Madrid», p.2 
    2. En La Época, 6-VIII-1914, «La crisis del trabajo», p.1
    3. En Heraldo de Madrid, 6-VIII-1914, «Barcelona», p.2
    4. Ibidem.
    5. En Mundo Gráfico, 12-VIII-1914, nº 146, «Miscelánea de actualidades», p.29
    6. En Heraldo de Madrid, 6-VIII-1914, «Barcelona», p.2
    7. En El Imparcial, 6-VIII-1914, «El día en Madrid», p.2
    8. En La Correspondencia de España, 7-VIII-1914 «En Barcelona – Llegada de Españoles», p.4
    9. En Mundo Gráfico, 12-VIII-1914, nº 146, «Miscelánea de actualidades», p.29
    10. En La Época, 7-VIII-1914, «En Barcelona – Repatriación de obreros», p.3
    11. En El Imparcial, 7-VIII-1914, «En España», p.2
    12. Ibidem.
    13. En Mundo Gráfico, 19-VIII-1914, nº 147, «Miscelánea de actualidades», p.25
    14. En El País, 7-VIII-1914, «De San Sebastián», p.4
    15. Ibidem.
    16. Ibidem.
    17. En Mundo Gráfico, 26-VIII-1914, nº 148, «La repatriación de españoles», p.16
    18. Ibidem.
    19. Ibidem.
    20. En El Imparcial, 12-VIII-1914, «Movimiento de repatriados», p.2 
    


IH – Mayo de 2014

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