Luis Palacios Bañuelos - Nociones básicas
La guerra que comienza en 1914 va a ser muy diferente a las guerras que hasta entonces habían tenido lugar. Veamos algunas de estas notas distintivas:
Mundialización del conflicto. En la guerra participan todas las grandes potencias mundiales y multitud de países de todos los continentes. Los dos bloques en pugna eran los Centrales, integrados por Alemania, Austria, Turquía y Bulgaria y los Aliados por Rusia, Francia, Bélgica, Gran Bretaña y la Commonwealth y más tarde Japón, Italia, Estados Unidos, Rumania y varios países americanos y asiáticos.
Desde el principio pareció evidente la superioridad de los Aliados. Por la densidad de población de los países: 240 millones de habitantes, el doble que las potencias Centrales. Por su situación estratégica: podía fácilmente cercar a sus enemigos; por su capacidad logística: podían movilizar 170 divisiones, frente a las 150 de los Centrales, etc. En cuanto a preparación técnica y dotación de material de guerra los alemanes eran los mejores. Tal vez eran los rusos los que, de entre las grandes potencias, ofrecían una situación más precaria y sólo podían imponerse por su capacidad numérica.
Aparecen nuevas formas de guerra y nuevo armamento. El desarrollo de la técnica había sido grande desde el último cuarto del siglo XIX y se aplicó, por ejemplo, a la industria del armamento. El hombre logra unos medios más perfectos y destructores. La guerra se plantea como guerra total, que afectará no sólo a los que van a luchar al frente de combate sino también al resto de la población que vivirá en función de la guerra, reconvirtiendo las industrias de manera que produjeran productos necesarios en los frentes. Un nuevo tipo de lucha se plantea con la construcción de trincheras. Los frentes se convierten en inmensas líneas de trincheras fortificadas y de ahí la importancia que tendrá también la retaguardia.
En relación con el armamento, la gran revelación es, sin duda, la ametralladora Mauser, Walther, Bergmann y Vickers que hace que varíe el blanco de los grandes ejércitos y que origina también muchas más muertes. Ya no es tan imprescindible la puntería para matar, porque el blanco es una gran línea de personas. Los cañones logran un gran desarrollo a lo largo del conflicto. La estrella, sin duda, fue el Gran Berta, cañón de 142 toneladas y 30 metros que lanzaba granadas de 240 kilos y que en 1918 bombardeó París desde una distancia de 150 km.
El submarino será un medio de guerra, importante sobre todo en los primeros años. En 1901 Francia tenía 23 submarinos, Inglaterra 5 y Alemania ninguno; pero en 1914 ya tenía 28 nuevos. Alemania llegó a botar 400 submarinos durante la guerra.
Los carros blindados se desarrollan extraordinariamente ante la necesidad de hacer frente a los potentes proyectiles y de romper el frente. El tanque sirvió también como arma sicológica.
La utilización de productos químicos como armas militares estrena lo que se llamó la guerra química. Aunque el empleo de sustancias tóxicas estaba prohibido por la Conferencia de la Haya de 29 de julio de 1899, no se tomó en cuenta. Alemania contó para ello con la valiosísima colaboración del Nobel de Química Fritz Haber que se puso a disposición del emperador alemán. Surgen gases de fosgeno, granadas llenas de gas, etc. Primero se emplearon fundamentalmente compuestos de cloro pero luego se pasó al arsénico. Para defenderse de la acción de los gases aparecieron las máscaras, pero dificultaban la lucha.
La guerra en el aire comienza con los famosos zeppelines y muy pronto los aviones. Hubo que inventar la fotografía aérea, la aplicación de la brújula, el lanzabombas, la ametralladora, etc. Como reacción aparecería la artillería antiaérea. Su eficacia era extraordinaria. Ya en 1914 el monoplano Taube, alemán, bombardeó París. El avión de caza aparece en 1915.
En la evolución y adaptación del armamento influyó la inesperada duración de la guerra. Hubo tiempo de inventar artilugios con que responder al enemigo.
Importancia excepcional tuvo, como ya indicamos a continuación, la guerra sicológica. Muchas de las nuevas armas interesaron tanto por su eficacia logística como por su acción sicológica en el enemigo. En este sentido había que recordar también el espionaje y contraespionaje y la acción de la radio.
Es una guerra liberadora y patriótica. Marc Ferro analiza en detalle estos conceptos. Llama poderosamente la atención el hecho de que los combatientes parten a la guerra en 1914 con rostros jubilosos, con la flor en el fusil, creídos ciegamente de que sería corta. Había que salvaguardar los intereses de la nación. Une el antedicho historiador francés este hecho con el de que al ir a la guerra el joven encuentra un ideal de recambio que sustituye sus aspiraciones revolucionarias. Además, la guerra liberó energías. El entusiasmo con que se acogió se refleja por ejemplo en el número de voluntarios que acudieron en aquellos países sin servicio militar obligatorio, como Inglaterra, donde superaron un millón, o en el bajo índice de deserciones que en Francia por ejemplo alcanzó el 1,52% cuando se preveía entre el 5 y 13%. Era la utopía de la «der des des» (dernière des dernières = última, sin duda) que animaba a los «poilus» franceses.
El hecho de que se aceptara como una guerra de defensa patriótica y, por tanto, justa, explica que en Francia no hubiera entre 1914-18 «partido extranjero». Si tuvo o no simpatizantes, al menos éstos no eran solidarios con el enemigo. Los propios socialistas, Jaurès a la cabeza, condenaban la guerra imperialista pero juzgaban legítima la defensa del territorio nacional amenazado de agresión.
Por otra parte estaba vivo en los países el sentimiento nacional. Sentimiento que se estimula con la creencia de la existencia de un «invasor» que podía llegar en un momento dado. Para Francia este invasor llega siempre del Este, Alemania debe cuidar tanto el Este como el Oeste. Sentimiento que se estimula con la práctica del deporte. Hay una atmósfera de fondo belicista en los países europeos, aunque se predicara el pacifismo. Ferro acude al estudio de la literatura de anteguerra en la que se refleja este belicismo subyacente. A partir de 1880 abundan los libros que hablan de una guerra futura que además parece inevitable, aunque breve.
Y sin embargo había frenos, había fuerzas que actuaban en pro de la paz. Para Jaurès eran éstas el trabajo e intereses comunes de los capitales inglés, francés y alemán; la solidaridad fraternal del proletariado internacional y el miedo de los gobiernos a que la guerra pudiera traer la revolución. De hecho hasta los socialistas franceses se integraron en la «unión sagrada». Se quería la guerra no contra el adversario de la clase sino contra el enemigo nacional.
Mundialización del conflicto. En la guerra participan todas las grandes potencias mundiales y multitud de países de todos los continentes. Los dos bloques en pugna eran los Centrales, integrados por Alemania, Austria, Turquía y Bulgaria y los Aliados por Rusia, Francia, Bélgica, Gran Bretaña y la Commonwealth y más tarde Japón, Italia, Estados Unidos, Rumania y varios países americanos y asiáticos.
Desde el principio pareció evidente la superioridad de los Aliados. Por la densidad de población de los países: 240 millones de habitantes, el doble que las potencias Centrales. Por su situación estratégica: podía fácilmente cercar a sus enemigos; por su capacidad logística: podían movilizar 170 divisiones, frente a las 150 de los Centrales, etc. En cuanto a preparación técnica y dotación de material de guerra los alemanes eran los mejores. Tal vez eran los rusos los que, de entre las grandes potencias, ofrecían una situación más precaria y sólo podían imponerse por su capacidad numérica.
Tropas procedentes de Nueva Zelanda a su llegada a Francia. Año 1914. |
Aparecen nuevas formas de guerra y nuevo armamento. El desarrollo de la técnica había sido grande desde el último cuarto del siglo XIX y se aplicó, por ejemplo, a la industria del armamento. El hombre logra unos medios más perfectos y destructores. La guerra se plantea como guerra total, que afectará no sólo a los que van a luchar al frente de combate sino también al resto de la población que vivirá en función de la guerra, reconvirtiendo las industrias de manera que produjeran productos necesarios en los frentes. Un nuevo tipo de lucha se plantea con la construcción de trincheras. Los frentes se convierten en inmensas líneas de trincheras fortificadas y de ahí la importancia que tendrá también la retaguardia.
En relación con el armamento, la gran revelación es, sin duda, la ametralladora Mauser, Walther, Bergmann y Vickers que hace que varíe el blanco de los grandes ejércitos y que origina también muchas más muertes. Ya no es tan imprescindible la puntería para matar, porque el blanco es una gran línea de personas. Los cañones logran un gran desarrollo a lo largo del conflicto. La estrella, sin duda, fue el Gran Berta, cañón de 142 toneladas y 30 metros que lanzaba granadas de 240 kilos y que en 1918 bombardeó París desde una distancia de 150 km.
El submarino será un medio de guerra, importante sobre todo en los primeros años. En 1901 Francia tenía 23 submarinos, Inglaterra 5 y Alemania ninguno; pero en 1914 ya tenía 28 nuevos. Alemania llegó a botar 400 submarinos durante la guerra.
Los carros blindados se desarrollan extraordinariamente ante la necesidad de hacer frente a los potentes proyectiles y de romper el frente. El tanque sirvió también como arma sicológica.
Tanque británico en Flandes. Año 1917. |
La utilización de productos químicos como armas militares estrena lo que se llamó la guerra química. Aunque el empleo de sustancias tóxicas estaba prohibido por la Conferencia de la Haya de 29 de julio de 1899, no se tomó en cuenta. Alemania contó para ello con la valiosísima colaboración del Nobel de Química Fritz Haber que se puso a disposición del emperador alemán. Surgen gases de fosgeno, granadas llenas de gas, etc. Primero se emplearon fundamentalmente compuestos de cloro pero luego se pasó al arsénico. Para defenderse de la acción de los gases aparecieron las máscaras, pero dificultaban la lucha.
La guerra en el aire comienza con los famosos zeppelines y muy pronto los aviones. Hubo que inventar la fotografía aérea, la aplicación de la brújula, el lanzabombas, la ametralladora, etc. Como reacción aparecería la artillería antiaérea. Su eficacia era extraordinaria. Ya en 1914 el monoplano Taube, alemán, bombardeó París. El avión de caza aparece en 1915.
Tropas australianas con máscaras de gas, durante la tercera batalla de Ypres. Septiembre de 1917 |
En la evolución y adaptación del armamento influyó la inesperada duración de la guerra. Hubo tiempo de inventar artilugios con que responder al enemigo.
Importancia excepcional tuvo, como ya indicamos a continuación, la guerra sicológica. Muchas de las nuevas armas interesaron tanto por su eficacia logística como por su acción sicológica en el enemigo. En este sentido había que recordar también el espionaje y contraespionaje y la acción de la radio.
Es una guerra liberadora y patriótica. Marc Ferro analiza en detalle estos conceptos. Llama poderosamente la atención el hecho de que los combatientes parten a la guerra en 1914 con rostros jubilosos, con la flor en el fusil, creídos ciegamente de que sería corta. Había que salvaguardar los intereses de la nación. Une el antedicho historiador francés este hecho con el de que al ir a la guerra el joven encuentra un ideal de recambio que sustituye sus aspiraciones revolucionarias. Además, la guerra liberó energías. El entusiasmo con que se acogió se refleja por ejemplo en el número de voluntarios que acudieron en aquellos países sin servicio militar obligatorio, como Inglaterra, donde superaron un millón, o en el bajo índice de deserciones que en Francia por ejemplo alcanzó el 1,52% cuando se preveía entre el 5 y 13%. Era la utopía de la «der des des» (dernière des dernières = última, sin duda) que animaba a los «poilus» franceses.
El hecho de que se aceptara como una guerra de defensa patriótica y, por tanto, justa, explica que en Francia no hubiera entre 1914-18 «partido extranjero». Si tuvo o no simpatizantes, al menos éstos no eran solidarios con el enemigo. Los propios socialistas, Jaurès a la cabeza, condenaban la guerra imperialista pero juzgaban legítima la defensa del territorio nacional amenazado de agresión.
Tropas austriacas partiendo en el tren hacia el frente. Verano de 1914. |
Por otra parte estaba vivo en los países el sentimiento nacional. Sentimiento que se estimula con la creencia de la existencia de un «invasor» que podía llegar en un momento dado. Para Francia este invasor llega siempre del Este, Alemania debe cuidar tanto el Este como el Oeste. Sentimiento que se estimula con la práctica del deporte. Hay una atmósfera de fondo belicista en los países europeos, aunque se predicara el pacifismo. Ferro acude al estudio de la literatura de anteguerra en la que se refleja este belicismo subyacente. A partir de 1880 abundan los libros que hablan de una guerra futura que además parece inevitable, aunque breve.
Y sin embargo había frenos, había fuerzas que actuaban en pro de la paz. Para Jaurès eran éstas el trabajo e intereses comunes de los capitales inglés, francés y alemán; la solidaridad fraternal del proletariado internacional y el miedo de los gobiernos a que la guerra pudiera traer la revolución. De hecho hasta los socialistas franceses se integraron en la «unión sagrada». Se quería la guerra no contra el adversario de la clase sino contra el enemigo nacional.
- Más información en Palacios Bañuelos, Luis, Manual de Historia Contemporánea Universal I, Dílex, 2003, Madrid.
- Imágenes:
- Biliothèque Nationale de France: Arrivée des troupes de la Nouvelle-Zélande. Agence Rol, 1914.
- Biliothèque Nationale de France: Un tank anglais dans les Flandres. Agence Rol, 1917.
- Imperial War Museum: Australian 4th Division troops wearing gas-masks [...]. Austrialian official photographer, 1917. © IWM (E(AUS) 825)
- Tropas austriacas partiendo al frente. Fotografía Argus.
IH - Febrero de 2014
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